Así empiezan las peleas II

Después de retirarme, fui hasta el Seguro Social para recibir la carta de jubilación.

La mujer que me atendió me solicitó algún documento de identidad, para verificar mi edad. Me busqué en todos lados y me di cuenta de que había dejado todos mis documentos en casa.

La funcionaria me dijo que lo sentía mucho, pero que tendría que ir a buscarlos a casa y regresar más tarde. Pero... en eso, me dijo: "Desabotónese la camisa..."

Lo hice y dejé al descubierto mis vellos pectorales, plateados y rizados.

Ella me dijo: "Eso es prueba suficiente, para mí". Y procesó mi jubilación.

Cuando llegué a casa, entusiasmado, le conté a mi mujer lo que me sucedió.

Ella me dijo: "Vaya... ¿Por qué no te bajaste los pantalones? Pudiste haber conseguido una pensión por invalidez permanente..."

Y entonces... ¡La pelea empezó!

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