Al sexto día, el gringo desesperado comentó a los otros dos:
-"Ya no aguanto más, yo no quiero morir de hambre" y valientemente sacó un cuchillo, se bajó el pantalón y se arrancó un pedazo de nalga y les dice al argentino y al colla, tengan un pedazo y piensen que es un gran churrasco; los tres comieron y calmaron su hambre.
Al siguiente día, se para valientemente el argentino, casi enloquecido y grita:
-"¡Hoy comeremos pernil!" Se levantó el pantalón, se rebanó un pedazo del muslo y lo compartió entre los tres.
Entrada la noche, el paceño no sabía qué hacer porque ahora le tocaba a él arrancarse un pedazo de su cuerpo para que cenaran; tomó valor, se levantó, empezó a bajar el cierre de su pantalón y sacó el pene.
Cuando el gringo lo vio, gritó emocionadamente: -"¡¡¡Oh, comeremos hot dogs!!!"
A lo que el natural de Chuquiago les contestó:
"¡No señores, mamadera y a la cama...!"