Confesión

El marido, en su lecho de muerte, llama a su mujer. Con voz ronca y ya débil, le dice:
  • Muy bien, llegó mi hora, pero antes quiero hacerte una confesión.
  • No, no, tranquilo, tú no debes hacer ningún esfuerzo.
  • Pero, mujer, es preciso - insiste el marido - Es preciso morir en paz. Te quiero confesar algo.
  • Está bien, está bien. ¡Habla!
  • He tenido relaciones con tu hermana, tu mamá y tu mejor amiga.
  • Lo sé, lo sé, José. Por eso, pues, te envenené... ¡Hijo e juna!

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