- Señor, ¿Tiene cigarrillos de colores?
- No nene, no tengo.
- Señor, ¿Tiene cigarrillos de colores?
- No nene, ya te dije que no tengo, dijo el quiosquero con nerviosismo.
Al otro día el chico vuelve al quiosco y vuelve a preguntar: Señor, señor ¿Tiene cigarrillos de colores?
Y, bueno... -responde el chico algo compungido- ¡Blanco!